9.4.12

VITAMINAS Y SALUD PSÍQUICA

"MAS VITAMINAS Y MENOS PROZAC".
Es el nombre de un artículo editado por al revista integral y escrito por Juan Carlos Mirre (docente en naturopatía y acunputura. Formado en Ciencias Naturales en Buenos Aires y La Sorbonne de París).

La importancia de los suplementos alimenticios en relación a los desequilibrios mentales lleva investigándose desde hace más de 50 años y, en la actualidad, pocos dudan de su eficacia, a excepción de la medicina psiquiátrica oficial y los psicoanalistas más ortodoxos. Al mismo tiempo, cada vez despierta más dudas la efectividad de los fármacos psicoactivos: un reciente artículo publicado en el Yournal of the American Medical Assosiation señala, por ejemplo, que estos no son mejores que placebos cuando se aplican a personas con depresión débil a moderada.

El doctor C. Pfeiffer, uno de los pioneros en el uso de tratamiento nutricional para los problemas mentales, descubrió que cerca del 90% de los pacientes clasificados como esquizofrénicos podrían reintegrarse en la sociedad a través de una terapia basada en la dieta y la nutrición complementaria. Por lo general, la medicina oficial los considera como incurables y los somete a la dependencia de las drogas psiquiátricas de por vida.
En el libro La comida, una solución al mal humor (Jack Challem), se analizan los resultados de las últimas investigaciones que relacionan la dieta con las alteraciones psiquicas, desde los raptos de malhumor hasta el insomnio, la depresión y la esquizofrenia. Mantiene que la falta de neuronutrientes, que al principio se manifiestan como, inexplicables ataques de malhumor, irritabilidad, insomnio, y accesos de ansiedad o de depresión leve, a la larga acaban evolucionando hacia la esquizofrenia, el trastorno bipolar o la depresión crónica si no se realizan a tiempo los necesarios cambios en la dieta y no se recurre a complementos nutricionales.

En 1987, el doctor Christiaan Eijkman, a cargo del hospital de Sumatra, observó que las gallinas alimentadas con arroz descascarillado mostraban síntomas muy similares al beriberi: debilidad y dolor en las extremidades, edemas, arritmias y confusión mental. Cuando las aves volvían a su dieta normal de arroz integral, se restablecían rápidamente, recuperando la salud. Investigando más del tema con su ayudante, el Dr. Gerrit Grinjs, llegó a la conclusión de que el beriberi se debía a la carencia de un nutriente esencia que más tarde se denominó con el nombre de la vitamina del beriberi o vitamina B (después, tiamina o B1).
Otra enfermedad causada por carencias vitamínicas es la pelagra. Aunque este es su nombre oficial, la enfermedad fue descrita por primera vez por Gaspar Casal en 1735 en su libro Historia Natural y Médica del Principado de Asturias y, desde entonces, en España ha sido denominada lepra asturiana. Durante la Primera Guerra Mundial, la enfermedad alcanzó proporciones endémicas en Estados Unidos y el gobierno decidió una campaña de investigación médica dirigida por el Dr. Joseph Goldberger. Este aprovechó los campos de prisioneros para ensayar distintas dietas, demostrando en poco tiempo que la enfermedad se debía a la carencia de la vitamina que más tarde se denominó B3 o niacina. La pelagra es también conocida por la enfermada de las 3 D: Dermatitis, Demencia, Deceso.

Como hemos visto, los estados carenciales de vitaminas B1 y B3 afectan a la salud física, pero también se manifiestan en el sistema nervioso o psíquico. Si bien la carencia absoluta o casi absoluta de estas vitaminas difícilmente puede manifestarse hoy en día con la dieta habitual, sí puede haber muchos casos de déficit crónico de una vitamina, lo que con el tiempo puede afectar al sistema nervioso y más si esa influencia coincide con otras carencias nutricionales, o con desequilibrios bioquímicos  producidos por una alimentación incorrecta o como consecuencia de una medicación, de un ambiente tóxico o de alguna adicción (especialmente el alcoholismo).

Varios estudios han confirmado que un déficit subclínico de B1 puede originar depresión, inestabilidad emocional y agitación. Ensayos realizados con B3 han dado resultados comparables a la acción de las benzodiacepinas: relajantes, sedantes y tranquilizantes. Su empleo en altas dosis se ha revelado efectivo frente a la esquizofrenia.

A mediados del siglo pasado, varios científicos de la talla de Linus Pauling, C. Pfeiffer, A. Hoffer o H Osmond contruyeron las bases teóricas y experimentales de la medicina ortomolecular y, en particular, de la psiquiatría ortomolecular, que en esencia puede definirse como el tratamiento de las enfermedades mentales mediante suplementos nutricionales y, en especial, con vitaminas.

A medida que se fue avanzando en conocimientos sobre la bioquímica del ser humano y de los animales, se han ido encontrando nuevas moléculas orgánicas que están implicadas en el equilibrio del sistema nervioso y en el funcionamiento del cerebro. Hoy sabemos que el cuerpo sintetiza numerosas proteínas que actúan tanto a nivel de neurotransmisores como de hormonas y que nuestro bienestar emocional es el resultado de un delicado equilibrio entre todas esas sustancias, que unas veces actúan de forma sinérgica y otras antagonizando unas con otras.

 La clave de la salud reposa en la capacidad del organismo para procurarse con la alimentación las materias primas necesarias para sintetizar esos neurotransmisores y en hacerlo en las cantidades que el cuerpo requiere en todo momento. Ahora bien, esos procesos de síntesis química se revelan muy complejos y hay unas moléculas en ellos que actúan como catalizadores de ciertas etapas críticas del proceso: las vitaminas.






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